La agitada década de los
treinta había doblado ya su primera mitad, cuando España se vio sacudida por la
violenta convulsión de una contienda civil que duraría tres largos años.
Asturias fue una de las
regiones que con mayor intensidad vivió y sufrió el drama de aquellos mil días
de guerra y de fuego. Durante catorce meses, el territorio asturiano sirvió
como campo de batalla a las fuerzas en pugna, y sus montañas, sus bosques, sus
prados, sus valles y sus hermosas ciudades se vieron como escenario de los
sangrientos conflictos. Extenso periodo de conflictos en el que Asturias estaba dividida en dos zonas, la republicana y la vencedora. separadas únicamente por una linea de trincheras
En la zona republicana, vencida
por efecto de la sublevación de las guarniciones militares, las estructuras
políticas y administrativas provinciales, el vacío de poder así ocasionado lo
llenaron "juntas" y "comités" surgidos espontáneamente en
cada localidad, independientes en la práctica unos de otros, con lo que se
originó una situación confusa y anarquizante, en el que los republicanos
intentaban defender.
De este sangriento
conflicto, nos quedan numerosos episodios e historias tanto de los vencedores
como de los republicanos. Uno de los que más me ha llamado la atención es este:
“Apenas se oyen tiros. Hay muchas
banderas blancas por todas las casas y no se ven incendios. La escena es la de
un país donde en pocas horas se hubiera operado una completa transformación”.
El escueto informe de los pilotos del ejército de los vencedores que al
amanecer del 20 de octubre de 1937 realizaron el primer ataque del día a Gijón
anticipaba las últimas horas de la guerra
Como
todos los conflictos tanto los del
bando vencedor como los del bando perdedor,
sufrieron pedidas desalojos y sangrientas escenas. Pero son aún más llamativas
en Asturias donde los civiles tuvieron que huir a la montaña, para refugiarse
de la guerra.
Jaime González Suero
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